viernes, 26 de febrero de 2010

Cepillando por un oro

Tengo que reconocer que no sigo mucho, o casi nada, los JJ.OO. de invierno. A pesar que me gustan algunos de los deportes que recaen en esta cita olímpica, como es el caso del hockey y el patinaje artístico, la mayoría me parecen un fiasco.

Estoy segura que, en algunos casos, mi negativa apreciación se adhiere a aquella lejana cultura de nieve y montaña que, como buena limeña, tengo. Pero no generalizo mi incultura, quizá porque lo comparo con los JJ.OO. de verano, que a pesar de la aún mayor variedad de paises participantes, los deportes tienen mayor lógica, vistosidad, y originalidad entre los mismos.

Pongamos un ejempo: ¿Han visto el Luge y el Skeleton? Pues es casi la misma vaina, sólo que en el primero, el atleta se lanza en el trineo boca arriba, y en el otro, boca abajo.

Pero nada que hacer con el Curling, Dios mío. ¿Qué es eso? Un jugador lanza como una "tetera galáctica" mientras los otros dos, con uno tipo de escobitas van cepillando la pista de hielo, para así dirigirla y choque contra otra que se encuentra al frente. Para este deporte, podría hacer selección con mi mamá y mi tía Hortensia. Quizá ganemos.

No deseo desmerecer la dificultad y el sudor de aquellos atletas que entrenan todo el ciclo olímpico y luchan para conseguir los mejores números para su país, pero creo que hay muchos deportes riesgosos e inncesarios para llamarlos como tales: deportes olímpicos.

viernes, 19 de febrero de 2010

El fútbol y la familia



Crecí en medio de una disyuntiva pelotera en mi casa. Por parte de mi mamá, la herencia se teñía de un blanquiazul penetrante, mientras la de mi papá (aún no, su familia) de un furioso rosa chalaco. Sin embargo, la presión de la mayoría ganó: Sí, soy otra feliz aliancista.

Cuando tenia 8 años no me perdía un capítulo de los Supercampeones. Completé 2 álbumes, tenía la pared y puerta de mi habitación marcada con aquel engominado scotch con el que pegaba los desteñidos dibujetes de Oliver, Tom y Benyi "made in mercado de Magdalena”.

Luego, a los 9, en aquel mundial del 94, otra vez, 2 albumes llenos, rebosantes, y ahora viejos, con aquellas figuritas repetidas, pegadas, en la cabecera de mi “desbarnizada” cama.

Era chiquita, y me volví fanática del fútbol. Ser única hija y vivir con personas mayores te obliga a buscar formas de divertimento que sólo uno entiende. Y era por eso, que lustraba el piso de la sala con la ropa o pijama del día, alucinando aquellas barridas de los galácticos jugadores del Newpy, o aquellas voladas increíbles, con impulso en uno de los palos del arco (en mi caso: en la puerta principal), por parte del melenudo Richard Tex Tex. Y esa pared del garaje, cómplice de incansables peloteos y de mil y un vidrios rotos.

Ya de más grande jugaba en el colegio y la canchita del parque de la esquina de mi casa. Siempre delantera, meter goles era mi pasión. Ni el zapatero del barrio se salvó, una patada y GOL.

Siempre de la Alianza, de la Juve, del Barza. Pero siempre, más, aliancista, por obvias razones.

Y cómo no recordar aquellos partidos en el Matute, invitada por mi tío Chulín, el cual, desde hace poco, no se encuentra ya entre nosotros. Socio vitalicio, ex presidente del Comité Electoral e hijo de uno de la larga lista de vicepresidentes del club. Mi tío, tan tranquilo siempre, en el estadio, era otro. Un gol de la Alianza significaba verlo parado en su asiento, saltando, abrazando al del costado. Irreconocible. Un hincha más.

Y sí, esta historia va para él. Estoy segura, que harto de renegar aquí en tierra por la eterna "crisis golera" del equipo de sus amores, común denominador del fútbol peruano, se fue para arriba, pa' darle ese empujoncito que necesitaba, y así verlo ganar en las alturas o en casa, hasta al mejor de América.

Hoy Dios es blanquiazul, gracias a mi tío, que por fín lo convenció. Vamos por más: Arriba Alianza!

viernes, 12 de febrero de 2010

Por la Ruta de Olaya....


Aunque muchos quisiéramos ganarnos unos $ 500 dólares este 14 de febrero y pasar un San Valentín redondito, será sólo uno el que lo consiga. ¿Cómo? No muy fácil.

Hartos del tráfico limeño, enloquecidos pero disciplinados deportistas, se darán cita el domingo en la Herradura de Chorrillos para emprender la Ruta de Olaya, rumbo a la playa Cantolao, en la Punta, a nado continuo, cruzando, 21 km, la bahía de Lima.

Para que vean que nadie "regala" dinero. Hay que sudarla, mojarse un poco y bracear harto para conseguir mucho más que eso: un añorado reto, sobre todo de aquellos atletas que se vienen entrenando a diario desde hace ya un buen tiempo.

Olaya estaría orgulloso. ¿Quién lo reemplazará? Estaremos atentos.

Esperemos la carta llegue a buen recaudo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Tenis de mesa empieza con el Juan 23

Un deporte que cada vez gana más adeptos, tiene en estos días una cita muy importante, quizá la más importante del circuito peruano: el open del juan 23.

Ningún tenimesista de la región: Perú y países vecinos, como también de la lejana y poderosa, China, pueden decirle no al más tradicional de los torneos de la raqueta pequeña realizado en nuestro país. Pues sí, al reconocer el imperio que sostienen los asiáticos en este deporte, jugar en un colegio chino, trae un poco más de atracción que cualquier otro.

Este año, se viene contando con la presencia de dos jugadoras chinas y del talentoso veterano, el chileno, Juan Papic, entre otros.

Nada más que decir, a comer siu may y a disfrutar de buen tenis de mesa.

---> PINCHA AQUÍ si quieres jugar Tenis de Mesa

Video entre la Mejor Jugadora del 2009, Marisol Espineira de Perú y la china Wang Wen Wen, en el open del Juan 23 del año pasado:

martes, 9 de febrero de 2010

Rugby del bueno en Villa


Este sábado 13 de Febrero desde las 9am el Club Alumni realizará por décima segunda vez el campeonato internacional de Beach Rugby Copa Wallace 2010 el cual se llevará a cabo en la playa El Faro, en la Encantada, Villa, Chorrillos.

La Copa Wallace inicia las competiciones rugbísticas del año y tendrá como eqiupos participantes a todos los clubes locales: Old Markhamians, Club Universidad de Lima, Club Universidad Ricardo Palma, Club Universidad Católica, Club UPC-Newton, Club Alpamayo, Club Ferrocarriles de Tacna, y universidades que recién se integran al deporte, como la USIL. Participarán además varios combinados locales de mucha experiencia, y como cuota internacional, los campeones 2009: Búfalos de Arica-Chile.

El rugby femenino también tendrá lugar en la Copa Wallace 2010 con cinco equipos femeninos que se enfrentarán por primera vez en su versión femenina teniendo la participación de los equipos femeninos de Pitbull y Jaguares de Chile.

lunes, 8 de febrero de 2010

SIN PELOS EN LA CANCHA se mudó a BLoggER.


Estimados lectores, amantes del deporte y otros sanos vicios, les doy la Bienvenida al nuevo rincón de SIN PELOS EN LA CANCHA. Por motivos laborales, SIN PELOS EN LA CANCHA, propiedad intelectual de Nathalie Tacchino, se independiza y se muda con el mismo nivel crítico, pasión y amor por el deporte a http://sinpelosenlacancha.blogspot.com

Desde hoy, nacemos libres.

Bienvenidos!

La suerte y el deporte


Esta vez no quiero hablar sobre los resultados de los deportistas en su respectiva disciplina. No, no quiero. En esta oportunidad, indignada, quisiera renegar lo difícil que se me hace ganar aquella lotería pelotera llamada Ganagol.

No juego la Tinka porque la veo aún más yuca y a pesar, que en ambas, varios pueden ser los elegidos para llevarse jugosa recompensa, yo no nací para ello (al parecer).

Era la décima vez que jugaba. De – Tín – Marín – De – Do – Pingüé. Domingo, en la tardecita: no lo tenía planeado. Me dirigía a comprar unos embutidos, y ahí estaba, kioskito amarillo, algunos domingueros en bibidí y guayabera, rezando su suerte.

Tener justo dos soles en el bolsillo con mucho afán de ser “millonaria”, no es el 2 + 2 = suerte. El azar es malvado y juega con los sentimientos del ilusionado – iluso – mentecato. A veces se convierte en vicio, pero el continuo fracaso te devuelve a la justa premisa: si tienes dos soles, mejor, dónalos.

Juego Ganagol porque me gustan los deportes. Me siento más deportista jugando éste, y no otra lotería. Siempre creo que acertaré, mínimo en doce de catorce. Por qué no. Me siento Nostradamus, cierro los ojos. Alucino viendo el futuro, patadas inauditas, scores finales, intercambios de camiseta, centrándome, casi siempre, en coherentes resultados.

Si dudo, pronostico Empate, total, estar en medio me situará más cerca de cualquier resultado posible. Sigo alucinando, pero igual, no gano.

La espera desconcierta. No quiero pensar, ni buscar los resultados uno por uno. El Internet pica, aún así, prefiero esperar a que todos los encuentros hayan culminado.

Mientras, echada en mi cama, sigo alucinando: Foto con el gran cheque de S/. 80 mil soles. ¿Qué me compro? Ni michi. El canal deportivo me sacude, con cuatro resultados desalentadores. No los quería escuchar ni ver. Muy tarde, ese canal siempre está prendido en mi habitación.

Así, espero no jugar Ganagol en mucho tiempo o quizá hacerlo en unos días. No lo sé. Igual haré el esfuerzo de no tener: dos soles en el bolsillo ni las ganas de comer embutidos una tarde de domingo, donde los vicios pueden tentar a cualquier incauto, iluso, mentecato, apasionado del deporte, que no mira fútbol nacional, a esa hora, y prefiere hacer compras que ver un deporte, que no tiene suerte, ni en un estadio patrio, ni en un kioskito amarillo.

¿Barras Bravas?


Bravo podría ser mi perro al tratar de defender su plato de comida, al sentir que una persona extraña ingresa a la casa o al tratarle de quitar de la boca su adorado juguete.
Brava soy yo cuando se meten con un ser querido, bravos somos todos al defender nuestros ideales y principios. Pero, estas barras, son ¿bravas?

Creo que el adjetivo es erróneo. La bravura tiene correlación, por lo general, a cierto instinto natural, medio salvaje y animal, de defender o defendernos de algo que creemos amenazante. Es por ello, que nuestras mascotas pueden mostrarnos (o usar) sus colmillos, al creer que, cierta o erróneamente, están siendo víctimas de una hostilidad.

Bravura, palabra a veces conjugada con la idea de valentía, es inadecuadamente usada para clasificar al grupo de individuos, muchas veces poseídos por sustancias psicotrópicas, integrantes de una que otra organización delictiva o pandilla de barrio, y en segunda instancia: “hincha” o seguidor extremistas de algún club de fútbol.

Pa’ Bravo yo

Los sujetos en mención no son bravos, son más que cobardes, pues se mueven en grupo, asaltan en grupo, asesinan, en medio de la histeria colectiva, para hacerse los ‘bacancitos’ y los más radicales. Siembran el miedo, tratando de paralizar una ciudad con métodos anárquicos y antisociales. Disturbios, piedras, bates de béisbol caseros, cuchillos, mente desadaptada. ¿Acaso, solos actuarían igual?

Autoridades deportivas y “Barras Asesinas”

Pertenecer a un club de fútbol (o al de cualquier otra disciplina deportiva), alentarlos y apoyarlos, es una situación o actividad normal, sinónimo de pertenencia e identidad. Pero el fin del deporte: unión, divertimento e inclusión social, se ve opacado con actos no gratos, actos vandálicos, de violencia llevados a cabo por lacras, irrespetuosos del estado de derecho, los cuales trasladan potenciales crónicas deportivas hacia noticias policiales de último minuto.

Esta problemática, ya de años y con muchas víctimas a cuestas, repercute durante la coyuntura para luego decaer, no debiendo ser así. Es por ello, que el Estado, la PNP, el IPD, las Federaciones y los presidentes de los clubes deportivos de fútbol, deben sentarse a decidir qué acciones inmediatas tomar para formar una cultura deportiva social, progresistas y pacifista. Si no se imaginan, ¿qué imagen de seguridad ciudadana transmitimos al mundo, justo cuando queremos ser elegidos sede para los Juegos Panamericanos del 2015? ¿Con qué cara? La solidaridad empieza por casa.

Esperemos que no les tiemble la mano por uno o por otro motivo (político o electoral). Legislen, empadronen, multen, castiguen. Las familias de aquellas victimas inocentes que perecieron en manos de estos delincuentes, tienen la esperanza de saber que existe justicia. Hoy es el momento de recalcar quiénes son bravos y quienes no merecen ni nombrarlos.

Tiempo de tenis, épocas de mi niñez


Cuando era niña y esperaba aburrida, una vez más, que mi madre terminara de broncearse en la piscina de aquel club del cual aun soy socia, un repetitivo rebotar de peludas bolas amarillas contra cuerdas de nylon, lograron enredar mi distraída atención.

Me despegué por un momento del caribeño olor a bronceador y bajé las pocas gradas que me separaban de la cancha de cemento – acomodada – para jugar al tenis.

Mi cabeza colgaba de la baranda, mientras mis manos sujetaban con infantil fuerza el enrejado oxidado que cercaba el interesante escenario. Tenía seis años y me volví adicta al tenis. Con un: “Mami, quiero aprender ese deporte”, empezó mi vida tenística, entre polvo de ladrillo, el casi tóxico olor a bolas nuevas, horas de full entrenamiento, los viajes hasta el Lawn Tennis con mis abuelos los fines de semana por la mañana, las pelotas perdidas adrede lanzadas hacia el Campo de Marte.

Me gustaba jugar. Hoy, que no lo hago a menudo, lo extraño. Pero sobre todo, luego de muchos años, me inunda la inquietud al sentir que nuestro tenis nacional va en picada.

Hace poco, pudimos respirar el aire de pertenecer a la élite de un Grupo Mundial de Copa Davis. Hoy, no estamos más. El freno de nuestros tenistas se quedó sin aceite y ahí vamos, cuesta abajo.

La primera raqueta, Lucho Horna, vocea su pronto retiro. El Chino Miranda, ya de tercera, mucho no le falta para seguirlo. ¿Qué nos queda? ¿Quién? ¿Las jóvenes promesa están aptos para enfrentar a competitivos jugadores que se topan constantemente en torneos internacionales con tenistas de nombre?

En el tenis, la experiencia vale oro, y la cantera aun más. Para no perder la continuidad y caer en un vacío sin representantes nacionales, debemos apoyar a los infantiles. Así es como las grandes potencias en el tenis surgen, apoyándolos desde chiquitos y no cuando tienen 16 años.

El tenis, mis estimados, es cuestión de Estado. ¿No ven a Rusia? Me imagino que sí.

En mi época (hace 15 años) los que jugábamos al tenis éramos casi nadie. Hoy, ya existe una cultura tenística. Pero, ¿hay nivel?


Toc Toc.. ¿Federación?
Toc Toc.. ¡Empresa Privada!

Así se empieza… Un llamado a la conciencia


Los peruanos nos caracterizamos por ser extremadamente impacientes en el interín por conseguir algo, aunque para ello, no hayamos contribuido con el mínimo granito de arena que exige determinada frase cliché, como requisito para tener derecho a reclamar a posteriori. Todo lo queremos “ya - ya” y si no lo obtenemos, vociferamos que fue un error, una farsa, una ilusión. Luego viene la depresión, para no volver a creer en algo por años y caer en la vulnerabilidad de consumir mediocridad.

A pesar de no recordarlo por mi corta edad, sé, como todos, de aquél subcampeonato olímpico donde nuestras míticas chicas del voley dejaron una estela luminosa de técnica y jogo bonito, en la memoria ochentera de aquellos peruanos, que afónicamente orgullosos, deliraban con cada levantada, mate o bloqueo. Nos volvimos una lovemark la cual se estancó, peor aún, desapareció.

¿Y por qué, luego de menuda hazaña, todo se esfumó?

Pues la empresa privada ni el Estado tuvieron la sana convicción de apostar por el deporte bandera que nos situó en el 2do lugar más alto de un podio olímpico. Imagino yo, que la coyuntura terrorista de aquella época, tampoco contribuyó. Pero en fin, las chicas tuvieron que migrar por las europas y buscar su subsistencia monetaria, cosa que su país, por el cual habían dado todo, no podía sustentarlas.

La imagen e idolatría permaneció, pero el suspicaz peruano que llevamos dentro, no volvió a creer más. Se mostró escéptico. Y no le doy la contra. ¿Saben por qué? El culpable, lejos del consumidor, es el ‘padre’, de no sujetar la mano del hijo para cruzar la pista: el Estado se desentendió (como lo sigue haciendo actualmente con sendos deportes).

Además, la empresa privada no apostó, y sobre todo, los medios de comunicación se lavaron las manos, no “aventurándose” a defender la insignia deportiva del Perú. Ellos son responsables de lo que el peruano piensa, quiere, respira, vive. Ellos venden imagen, incentivan, promocionan a la sociedad pro consumidora, y a las empresas, que desean ver sus marcas en la Tele. Los medios tienen el poder, no deben moverse solo donde se encuentra lo vendible, sino arriesgarse en apostar por deportes que a la larga, les traiga más y mejores beneficios que una posible malsana anomia.

Un buen comienzo

Hoy en día, vemos voley, futsal, basket, tenis aunque sea en cable, pero ahí están. Aunque los noticieros deportivos son “noticieros futbolísticos”, un minuto final, al menos, pertenece a algún deporte con visión. Igual es con la prensa escrita, aunque las cuatro primeras páginas sean acerca del siempre alicaído fútbol nacional, dos hojitas finales nos esperan con mini reportajes sobre los llamados deportes amateur.

Algo es algo. Solo es cuestión que los medios sigan en esa onda arrebatada y fructífera de “lavar cerebros” y dar a conocer la gran cantidad de deportes que existen en el mundo. Así habrán nuevos deportistas, aficionados, consumidores, nuevas exigencias para el mercado, inversión, dinero y luego, con mas presión, apoyo del Estado. Es un círculo virtuoso. Luego vendrán los triunfos, y por qué no, más de un campeón olímpico.

Por nuestra parte, los amantes y no del deporte, solo: paciencia, y no dejar que nos vendan lo más fácil y rentable para terceros, sino contenido variado y útil para el deporte nacional, aunque los resultados se vean a largo plazo. Sí pues, es una osada inversión, pero vale la pena.

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