jueves, 6 de enero de 2011

Una cubana olímpicamente peruana


Hay personas que desde niños entregan su infancia a cambio de sacrificio y dedicación. Se alejan del juego, las idas al cine y fiestas, de sus propias familias para emprender sueños que necesariamente deben ser labrados con prontitud. Dejan de mirar atrás, aún con nostalgia pero con la férrea convicción que algún día lo lograrán.

Marisol Espineira lo hizo: nació en Cuba y desde muy temprana edad se alejó de su familia para irse a la capital y emprender su sueño de llegar a la selección cubana de tenis de mesa y lo logró. Viajó por muchos países del mundo y se topó con grandes figuras, consiguiendo desde categorías infantiles sus primeros triunfos. Jugadora defensiva, licenciada en cultura física con mención en tenis de mesa. Su destino estaría lejos del trópico oleaje caribeño: Perú sería su nueva casa, su nueva insignia, colores, himno, aroma y triunfos.

Medallas, trofeos, diplomas rebozan en su estante. Ella no chamulla, lo hace, lo hizo. Campeona Latinoamericana en Dobles, 4 medallas de bronce en Bolivarianos, 8 veces campeona nacional y número 1 del Perú, participante en Juegos ODESUR y Panamericanos (Santo Domingo y Río de Janeiro), y para relleno: representante peruana en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Por el Perú lo dio todo. Hoy no entrena como antes pero su amor por el tenis de mesa es indiscutible. Entrena cuando puede, poco, y aún demuestra quién es, ante cualquiera, a pesar de que dupletea en edad a las demás que entrenan a diario. Es que viene de un país donde el deporte lo es todo y la competitividad aún mayor. Su experiencia condena cualquier acto de envidia en su contra. Los peruanos somos así, qué pena. "La cubana", por la que muchos refunfuñan mordiéndose la boca frustrada de caries picada y lengua triperina. La vieron hasta ahora como la foránea que le viene a quitar el número 1 a las peruanas que decían ser tan buenas y temblaban al demostrarlo, pues no lo eran. ¡Qué ignorancia! Por eso vendría una norma ilegal imponiendo un límite de edad para poder representar al país y así sacarla de camino, para callarla y no siga diciendo las verdades que tanto joden. Cuánta envidia, mermelada y dobles caras.

Talentosa entrenadora, maestra e insignia de alumnos ahora en la selección nacional y de futuras promesas. La calidad silencia mediocridades.

Ahí les dejo una fotografía tomada a un periódico cubano. Marisol de 19 años y sus primeros flashes. Hay cosas que cambiarán, pero nunca el amor que ella tiene por ese tenis de mesa que le dio tanto, con el que nos dio, mucho más.
Sus alumnos estamos orgullosos de ella, tan simple porque es la mejor.

1 comentario:

  1. En el poco tiempo que tengo en sus clases de tenis de mesa he podido percibir esa pasion y amor a este deporte... sin duda seguire asistiendo. Saludos. RCh

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