Hoy llegan las voleybolistas que nos representaron en el Mundial de Japón y donde quedaron entre las 16 mejores del mundo. Aunque no se logró alcanzar un mejor papel, no lo hicieron tan mal, pese a las limitaciones.
Este mundial nos deja ese saborcillo a que pudieron lograr más, ganarles a algunos que, confiando en nosotras mismas, le hubiéramos metido más batalla. Confianza nos faltó, un poquito para creérnosla más, pero ahí estuvieron. Frente al cañón, con una realidad más pesada que la que muchos piensan. Con una prensa que las acompaña y las suelta como cuando un niño se hace la caca en las piernas de un extraño. Con limitaciones en infraestructura, comodidades mínimas, profesionales ad hoc para sus respectivas necesidades. ¿Por qué viajó un sólo masajista para tantas chicas? Si ya se había atrincherado el presidente de la federación, pues se hubiera puesto a echar cremas y nalgadas.
Son cosas que no vemos y ni entendemos. Se nos hace más fácil criticar cuando pierden ante potencias mundiales que nos llevan años luz sin dejar de ser invencibles, que las circundan dirigentes ordenados, con más presupuesto y con mayor tino para usarlo, además de una prensa menos amarillista y más fiel, antes que ver todas la falencias que tienen que sobrellevar nuestras jugadoras para representar a su patria, lejos de lujos y más cerca de lo ordinariamente antideportivo.
Hoy, regresa a nuestra patria esa selección, que sin caber niguna duda, lo dio casi todo, todo para nuestra realidad. Hoy, la capitana de esta misma, una grande, se despide de la blanquiroja: Leyla Chihuán, con sus 35 años, le dice adiós y no por estar fuera de físico pues es la que mejor lo tiene, ni por ineficacia. Se va por estar harta, harta de luchar contra esa ola gigante de burocracia y no profesionalismo, mala praxis deportiva que inhala y exhala nuestro querido Perú. Es una pena. Una más que se va por ese motivo. A este paso, ¿nos quedaremos sin buenos jugadores?
Y ahora es que salen ex jugadoras, congresistas gracias a lo que fueron y figurettis por autonomasia, como Cenaida Uribe, a soltar la lengua para "proponer en pos del voley peruano" que se instituya un límite de edad de 30 años para representar al Perú y así darle cabida a las nuevas. Una voleybolista con el título de congresista debería saber que lo que propone es totalmete discriminatorio, inconstitucional, además de burdo. ¿No sería más inteligente y mejor intencionado proponer una limpieza institucional, mayor presupuesto, más aportes y una mejor distribuión de los mismos? No sé ni quiero imaginar por dónde va ese venenoso comentario de la congresista Uribe, pues como ella bien sabe, un deportista no llega a un tope al cumplir cierta edad sino cuando demuestra no estar capacitado para el puesto que ocupa dentro de un equipo, cuando juega mal o cuando los que están en lista de espera lo superan, y ninguno de estos casos tipifica.
No hay mejor manera para que las nuevas chicas del voley empiecen a superarse que topando y jugando más junto a las experimentadas y, aún, superiores que ellas. Las potencias del mundo se preparan así para que no hayan vacíos generacionales, alternando, compartiendo, aprendiendo de las mayores.
Un poquito más de amor al deporte y menos al pantallazo, congresista. No es momento de tirarse golpes al pecho diciendo que las de Seúl se retiraron antes de los 30. ¿Y eso no fue porque migraron a clubes internacionales, renunciando a la selección sin retorno por el inexistente apoyo monetario al voley peruano durante la época del terrorismo? Como que fue un retiro al no quedarles de otra, ¿no? Y luego de 20 años recién podemos recordar que hay voley en el Perú. Por eso, ¿le tenemos que decir gracias? Yo que ella me pongo a trabajar fuerte en el Congreso y de dejar de viajar tanto con las delegaciones de todos los deportes a Bolivarianos, Sudamericanos, Panamericanos y ¿Juegos Olímpicos? como si siguiera siendo jugadora o dirigente deportiva. Hablemos menos y ubiquémonos. ¿O se está luciendo para el 2011?
En fin, qué Dios nos coja confesados, que gente buena, capacitada y que ama verdaderamente al deporte se adhiera a la causa por un voley peruano como potencia, que se siga apoyando de manera privada y estatal, y que no dejemos escapar a grandes jugadoras como Leyla, de un deporte que tanto, por varios años, la va a necesitar.
Suerte y gracias Perú. Éxitos Leyla. Así es cuando uno es jodida y no se calla nada: Te prefieren de lejitos. Pero no te alejes tanto, el voley peruano te necesita.
100 x 100to de acuerdo¡
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