Bravo podría ser mi perro al tratar de defender su plato de comida, al sentir que una persona extraña ingresa a la casa o al tratarle de quitar de la boca su adorado juguete.
Brava soy yo cuando se meten con un ser querido, bravos somos todos al defender nuestros ideales y principios. Pero, estas barras, son ¿bravas?
Creo que el adjetivo es erróneo. La bravura tiene correlación, por lo general, a cierto instinto natural, medio salvaje y animal, de defender o defendernos de algo que creemos amenazante. Es por ello, que nuestras mascotas pueden mostrarnos (o usar) sus colmillos, al creer que, cierta o erróneamente, están siendo víctimas de una hostilidad.
Bravura, palabra a veces conjugada con la idea de valentía, es inadecuadamente usada para clasificar al grupo de individuos, muchas veces poseídos por sustancias psicotrópicas, integrantes de una que otra organización delictiva o pandilla de barrio, y en segunda instancia: “hincha” o seguidor extremistas de algún club de fútbol.
Pa’ Bravo yo
Los sujetos en mención no son bravos, son más que cobardes, pues se mueven en grupo, asaltan en grupo, asesinan, en medio de la histeria colectiva, para hacerse los ‘bacancitos’ y los más radicales. Siembran el miedo, tratando de paralizar una ciudad con métodos anárquicos y antisociales. Disturbios, piedras, bates de béisbol caseros, cuchillos, mente desadaptada. ¿Acaso, solos actuarían igual?
Autoridades deportivas y “Barras Asesinas”
Pertenecer a un club de fútbol (o al de cualquier otra disciplina deportiva), alentarlos y apoyarlos, es una situación o actividad normal, sinónimo de pertenencia e identidad. Pero el fin del deporte: unión, divertimento e inclusión social, se ve opacado con actos no gratos, actos vandálicos, de violencia llevados a cabo por lacras, irrespetuosos del estado de derecho, los cuales trasladan potenciales crónicas deportivas hacia noticias policiales de último minuto.
Esta problemática, ya de años y con muchas víctimas a cuestas, repercute durante la coyuntura para luego decaer, no debiendo ser así. Es por ello, que el Estado, la PNP, el IPD, las Federaciones y los presidentes de los clubes deportivos de fútbol, deben sentarse a decidir qué acciones inmediatas tomar para formar una cultura deportiva social, progresistas y pacifista. Si no se imaginan, ¿qué imagen de seguridad ciudadana transmitimos al mundo, justo cuando queremos ser elegidos sede para los Juegos Panamericanos del 2015? ¿Con qué cara? La solidaridad empieza por casa.
Esperemos que no les tiemble la mano por uno o por otro motivo (político o electoral). Legislen, empadronen, multen, castiguen. Las familias de aquellas victimas inocentes que perecieron en manos de estos delincuentes, tienen la esperanza de saber que existe justicia. Hoy es el momento de recalcar quiénes son bravos y quienes no merecen ni nombrarlos.
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