viernes, 26 de febrero de 2010

Cepillando por un oro

Tengo que reconocer que no sigo mucho, o casi nada, los JJ.OO. de invierno. A pesar que me gustan algunos de los deportes que recaen en esta cita olímpica, como es el caso del hockey y el patinaje artístico, la mayoría me parecen un fiasco.

Estoy segura que, en algunos casos, mi negativa apreciación se adhiere a aquella lejana cultura de nieve y montaña que, como buena limeña, tengo. Pero no generalizo mi incultura, quizá porque lo comparo con los JJ.OO. de verano, que a pesar de la aún mayor variedad de paises participantes, los deportes tienen mayor lógica, vistosidad, y originalidad entre los mismos.

Pongamos un ejempo: ¿Han visto el Luge y el Skeleton? Pues es casi la misma vaina, sólo que en el primero, el atleta se lanza en el trineo boca arriba, y en el otro, boca abajo.

Pero nada que hacer con el Curling, Dios mío. ¿Qué es eso? Un jugador lanza como una "tetera galáctica" mientras los otros dos, con uno tipo de escobitas van cepillando la pista de hielo, para así dirigirla y choque contra otra que se encuentra al frente. Para este deporte, podría hacer selección con mi mamá y mi tía Hortensia. Quizá ganemos.

No deseo desmerecer la dificultad y el sudor de aquellos atletas que entrenan todo el ciclo olímpico y luchan para conseguir los mejores números para su país, pero creo que hay muchos deportes riesgosos e inncesarios para llamarlos como tales: deportes olímpicos.

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